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RESEÑA

LA GESTIÓN DEL DIÁLOGO es una propuesta concreta de solución a un problema real: Argentina es un país que carece de una plataforma sólida de políticas públicas basales capaces de trascender en el tiempo, gobierne quien gobierne.

Cada cuatro años el país se refunda con los cambios de gobierno. Un nuevo gobierno elimina casi por completo todo lo que hizo el gobierno que se va. Así, en Argentina, cada cuatro años se modifica la política tributaria, la política exterior, la política, la política previsional, la política social, etcétera. Y se modifican también los abordajes de las cuestiones relacionadas con la justicia penal, laboral, civil, etcétera.

Esto no es otra cosa que un cambio permanente de las reglas de juego. No contar con una base sólida de políticas de consenso trascendentes a los gobiernos de turno genera inestabilidad e inseguridad jurídica. Así Argentina se convierte en un país poco y nada atractivo a la inversión privada. ¿Quién se siente atraído a invertir su dinero en un país que no ofrece estabilidad en las reglas de juego?

Un ejemplo simple. Un fabricante de un producto X… Hay un gobierno A que fomenta ese rubro generándole baja de impuestos, otorgándole subsidios, impulsando una ley en Congreso para incentivar la producción, promoviendo centros de formación de trabajadores especializados. Cuatro años después aparece un gobierno B que, por el contrario, le pone un impuesto extraordinario, le quita los subsidios y cierra los centros de formación profesional. Eso provoca un daño a la inversión hecha y desincentiva la continuidad de la misma, generando un impacto negativo en el sostenimiento de las fuentes de trabajo existentes y desalentando la creación de nuevas vacantes.

¿Acaso no sería mejor que las reglas de juego se mantuvieran en el tiempo más allá de los gobiernos? La respuesta es obvia.

Esta costumbre de cambiar las reglas de juego permanentemente es parte de un patrón cultural confrontativo que existe desde que la Argentina inició su proceso de independencia y posterior creación del Estado-Nación, que perduró durante el siglo XX y que hoy continúa más vigente que nunca, alentado por una tendencia global de polarización.

LA GESTIÓN DEL DIÁLOGO es un libro basado en mi Tesis de Maestría en Políticas Públicas (Universidad Austral, Argentina). Es una propuesta profesional para gestionar de manera estratégica las relaciones entre los actores de la dirigencia pública, privada y del tercer sector, con el objetivo de construir entre ellos lazos de confianza capaces de generar acuerdos básicos que promuevan políticas consensuadas que trasciendan en el tiempo sin importar quien gobierne.

Esto supone que el Estado tiene la responsabilidad de dar el primer paso. En concreto: se propone crear en la órbita de lo público una oficina profesional de Asuntos Públicos para gestionar de manera estratégica las relaciones entre el gobierno y todos los actores de poder con él objetivo de generar vínculos sólidos que permitan que cada sector pueda hacer escuchar sus intereses y objetivos, incidiendo de manera positiva en la confección de las políticas públicas. Esto no supone que el gobierno ceda su poder sino que, por el contrario, lo ratifica dándole centralidad en un escenario público compuesto por muchos y diversos players.

La propuesta no registra antecedentes en la Argentina, pero encuentra en distintos lugares del mundo casos exitosos. Un ejemplo emblemático es el Reino Unido, cuna indiscutida de la gestión profesional de los Public Affairs. Allí, en Londres, el gobierno implementa una política de Asuntos Públicos a través de una oficina especial que gestiona las relaciones entre el gobierno y un nutrido mapa de stakeholders con el objetivo de consensuar decisiones que promuevan el desarrollo de la ciudad y del país, atrayendo inversiones de manera sostenida más allá del color político de quien esté al frente del gobierno.

LA GESTIÓN DEL DIÁLOGO es una propuesta de política pública para promover un cambio cultural que sustituya grieta por diálogo. Las experiencias internacionales demuestran con absoluta certeza que aquellos países cuyos dirigentes han elegido priorizar el bienestar general por sobre sus diferencias particulares lograron el desarrollo. España, por ejemplo, ha salido del Franquismo con los Pactos de la Moncloa, que encontraron a la izquierda y a la derecha consensuando una plataforma de políticas públicas para estabilizar la macroeconomía, crecer sostenidamente al 3.5% durante tres décadas y crear las condiciones que permitieron su ingreso a la Unión Europea. Antes de los Pactos, España tenía un PIB per cápita equivalente a la mitad del argentino. Hoy es tres veces más grande.

Claramente, los acuerdos rinden mucho más que la confrontación. Gestionar las relaciones entre los actores de poder es indispensable para lograrlos.

GONZALO AZIZ